Investigadores internacionales desarrollan una célula fotovoltaica de 2 centímetros cuadrados para dispositivos IoT

Célula fotovoltaica de la Universidad de Monash.

Un equipo de investigadores internacionales de Riken, en colaboración con la Universidad de Tokio (Japón), la Universidad de California (EE.UU.), el Sincrotón australiano y la Universidad de Monash (Australia) han desarrollado una célula fotovoltaica súper delgada de alta eficiencia, que podría usarse para proporcionar energía a futuras tecnologías portátiles IoT como sensores o móviles, entre otros dispositivos.

La célula solar tiene un tamaño de 2 cm cuadrados, es ultraligera y puede generar 9,9 vatios de energía.

La célula está compuesta por celdas que pueden conseguir una eficiencia de conversión de potencia del 13% con una retención de eficiencia del 97% después de 1.000 ciclos de flexión y una retención de eficiencia del 89% después de 1.000 ciclos de estiramiento.

«La eficiencia de conversión de energía considera cuánta energía solar se puede convertir en electricidad. La energía solar iluminada en la Tierra es de 1.000 vatios por metro cuadrado. Nuestro dispositivo puede producir 130 vatios de electricidad por metro cuadrado. La eficiencia del 13% que pudimos lograr es una de las más altas en células solares orgánicas», explica el Dr. Wenchao Huang, investigador del Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales de la Universidad de Monash.

Características de la célula fotovoltaica

Esta célula fotovoltaica tiene una superficie de 2 centímetros cuadrados, y su peso es tan ligero que puede ser sostenida por un pétalo de una flor. Además, es capaz de generar 9,9 vatios de energía por gramo.

Los investigadores realizaron unas pruebas tratando a la célula solar con un método especial. Los resultados mostraron que su rendimiento solo había disminuido un 4,8% después de 4.736 horas. La célula podría funcionar durante más de 20.000 horas, aproximadamente 2,5 años, obteniendo una degradación mínima y con una vida útil estimada de 11,5 años.

Con más pruebas, este dispositivo podría usarse como reemplazo de baterías en una serie de tecnologías futuras como teléfonos móviles, relojes, IoT y en biosensores.

Ahora, el objetivo de estos investigadores es trabajar para comercializar esta tecnología.

 
 
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