Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM-CSIC) han logrado un avance clave en electrónica sostenible con la creación de sensores de bajo coste fabricados sobre papel que se disuelven en agua. Estos hallazgos amplían las posibilidades de las aplicaciones electrónicas, como sensores ambientales desechables, diagnósticos biomédicos transitorios o sistemas de seguridad de corta duración.

De acuerdo con el estudio publicado en Advanced Functional Materials, una de las soluciones que se está proponiendo es la generación de una electrónica que se disuelva sin dejar residuos.
Dispositivos sostenibles
El equipo, liderado por Andrés Castellanos-Gómez, fabricó fotodetectores con disulfuro de tungsteno (WS2) como material fotoactivo y grafito como electrodo, sobre un sustrato de papel hidrosoluble. De acuerdo con los investigadores, el método no requiere disolventes, litografía ni procesamiento energético intenso, lo que permite crear dispositivos sostenibles, accesibles y biodegradables.
Estos sensores se descomponen completamente en agua a 60 °C, y los materiales resultantes pueden recuperarse mediante filtrado al vacío, abriendo la puerta a su reutilización. Según los investigadores, esta combinación de bajo coste, biodegradabilidad y funcionalidad avanzada posiciona a estos dispositivos como una solución óptima para aplicaciones desechables que requieren seguridad y sostenibilidad.
La investigación responde a un desafío global: la producción de residuos electrónicos crece cinco veces más rápido que los procesos de reciclaje, según la ONU. La electrónica biodegradable representa así una vía prometedora para reducir la huella ecológica de los dispositivos tecnológicos y facilitar aplicaciones prácticas en múltiples sectores. Además, esta investigación destaca la contribución económica de las tecnologías solubles al permitir la recuperación de materiales que podrían reutilizarse en otros procesos o dispositivos.