La Universidad de Binghamton en Nueva York desarrolla una célula biosolar con bacterias

Célula biosolar de la Universidad de Binghamton.

La fuente de alimentación de los sistemas está evolucionando para ser más efectiva y, sobre todo, más ecológica. Una investigación de la Universidad de Binghamton en Nueva York (EE.UU.) ha demostrado la efectividad de una nueva célula biosolar, compuesta por bacterias, que tendrá como objetivo proporcionar energía a los dispositivos IoT, ya sean grandes o pequeños.

La célula biosolar se compone de dos bacterias que gracias a su relación simbiótica producen electricidad.

La célula biosolar tiene un tamaño de 3,5 x 2,4 centímetros y su forma de producir electricidad es a través de dos tipos de bacterias. Por un lado, una de las bacterias es fotosintética, que utiliza la luz del sol para generar nutrientes; mientras que la otra vive ese nutriente, para realizar una respiración metabólica que permite alimentar la célula.

Debido a que las dos bacterias tienen una relación simbiótica, proporcionan una fuente de alimentación de cuatro días, un paso adelante de las células de biocombustibles similares que duran solo un par de horas.

«El dispositivo combina todas las técnicas actualizadas producidas por nuestro grupo (Universidad de Binghamton) para aplicaciones más prácticas, incluida una técnica de celda de combustible microfluídica de estado sólido, un sistema de cocultivo sinérgico y un sistema bio-solar permeable a los gases, contribuyendo significativamente a la autonomía del sistema biopoder resultante», explica Seokheun Choi, profesor asociado de Ingeniería Eléctrica e Informática en la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas Thomas J. Watson y director del Centro de Investigación en Avanzado Tecnologías de detección y sostenibilidad ambiental (Creates).

Responsable con el medio ambiente

El profesor Choi considera que la nueva célula de energía biosolar tiene potencial para aplicarla en el Internet de los objetos desechables (IoDT), que según los investigadores conectarán bienes de consumo a corto plazo usando sensores inalámbricos hechos de papel y plástico biodegradable.

Con una mayor optimización se podría impulsar las aplicaciones de detección ambiental de IoT a largo plazo.

 
 
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