Los servicios de banda ancha fallan en la conexión

Dieciocho años después, la segunda revolución para liberalizar las telecomunicaciones europeas pierde fuerza. El objetivo de esta segunda ola de liberalización de las telecomunicaciones europeas era acabar con el continuo dominio de los servicios telefónicos locales, permitiendo a los rivales instalar equipos de Internet de alta velocidad directamente en los bucles locales existentes.

En la práctica, este ambicioso proceso ha fracasado, dejando a muchos países europeos por detrás de Estados Unidos y algunas partes de Asia en el suministro de acceso a Internet de banda ancha.

Las pruebas de este fracaso no son díficiles de encontrar. La semana pasada, la Comisión Europea amenazó con emprender acciones legales contra hasta diez estados miembros que no han cumplido los objetivos establecidos en la legislación aprobada el año pasado.

Esta legislación también plantea la posibilidad de multar a los operadores privatizados que frustraron el proceso de abrir el bucle local. Nada de esto supone una sorpresa para los nuevos operadores de telecomunicaciones que han luchado contra el dominio de los ex monopolios casi desde la privatización. Desgraciadamente, el estallido de la burbuja de inversión en las telecomunicaciones dificulta aún más la recaudación de dinero para competir contra los participantes establecidos.

A menos que los reguladores nacionales y europeos puedan equilibrar el campo de juego, los consumidores no tendrán muchos proveedores de banda ancha entre los que elegir durante los próximos años.

El fracaso de los gobiernos nacionales a la hora de aprobar una legislación para la apertura de los bucles locales podría deberse a su continua y estrecha relación con los ex monopolios, como BT.

Muchos de estos operadores continúan parcialmente en manos estatales, mientras que otros han utilizado la amenaza de los despidos y la bancarrota para extraer concesiones de los políticos.

Impacto

La liberalización de la red local también ha demostrado tener un impacto directo sobre el precio y disponibilidad de los servicios de banda ancha. Alemania, uno de los primeros países en aprobar la apertura de los bucles locales en 1998, ha hecho que el número de líneas ADSL de banda ancha en ese país supere casi al resto de los países europeos en conjunto.

La amenaza de la competencia también ha animado a Deutsche Telekom a crear su propio programa de inversión. La batalla por la apertura de los bucles locales también supuso una importante prueba de fuego para la capacidad de Europa de coordinar la regulación de las telecomunicaciones debido al daño hecho por las conflicitivas estrategias para conceder las licencias de telefonía móvil de tercera generación.

Dada la cantidad de energías invertidas por los políticos europeos en la legislación europea de las telecomunicaciones, es difícil que Bruselas renuncie ahora a la apertura de los bucles locales sin luchar.

Pero lo más significativo de todo es que la importancia de los servicios de Internet de banda ancha para la economía en general ha proporcionado a los políticos la excusa perfecta para completar el proceso de liberalización que empezó hace dieciocho años.

Si se rinden ahora, no sólo será la banda ancha la que sufra las consecuencias, sino toda la filosofía sobre la que se apoya la privatización de las telecomunicaciones.

 
 
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