Desde que hace ya más de tres décadas se empezaran
  a implantar los primeros sistemas de control a distancia -que en sus inicios
  sólo se realizaban en entornos industriales como centrales eléctricas,
  petrolíferas y de gas-, la tecnología y las necesidades derivadas
  de la misma han cambiado en gran medida.
De las aplicaciones industriales se pasó a las instalaciones
  comerciales y residenciales, lo que en su momento supuso el despegue de un sector
  que aún hoy está en expansión, sobre todo por lo que representa
  para los usuarios que disfrutan de los sistemas de seguridad en el hogar y en
  la empresa: tranquilidad y supervisión continuas. 
De los sensores a las cámaras
Los sistemas de seguridad en el hogar están estructurados
  casi por completo sobre todo tipo de sensores, todos ellos controlados y gobernados
  desde centrales de usuario: sensores volumétricos y PIR de presencia
  y movimiento, detectores de humos, perimetrales, de puertas y ventanas, de rotura
  de cristales, sensores de control vía radio… y así un sinfín
  de dispositivos que completan la extensa gama de sistemas presentes en el mercado
  para el control del hogar.
Son estas centrales de usuario las encargadas de comunicar a los
  mismos cualquier tipo de dato, en el caso de que hubiese una intrusión
  o bien el funcionamiento de una instalación no fuese el correcto. ¿Cómo
  se realiza la comunicación? Pues desde una simple llamada telefónica
  utilizando la red telefónica fija, hasta mensajes SMS al teléfono
  móvil del usuario. 
Sin embargo, la evolución de las redes de telecomunicación,
  el incremento de los anchos de banda de los diferentes sistemas disponibiles,
  la universalización de internet y de la telefonía móvil
  –ya hoy en la tercera generación a través de la tecnología
  UMTS–, y todo ésto unido a la mejora de las procesos de tratamiento
  de imágenes digitales, ha provocado que el telecontrol y los sistemas
  de alarmas estén integrando las cámaras y los circuitos cerrados
  de televisión (CCTV) como elementos activos del conjunto. Así,
  el vídeo y el audio comienzan a ser parte integrante de esta red de gestión
  de seguridad, convirtiendo el telecontrol en lo que ya algunos llaman "televideocontrol".
Telecontrol con cámaras
 El control mediante circuito cerrado de televisión se
  realiza desde hace ya bastante tiempo. A través de la instalación
  de cámaras ubicadas en lugares estratégicos y empleando dispositivos
  de grabación de imágenes, es posible disponer de un sistema de
  vídeo-vigilancia cuya complejidad depende sólamente de los lugares
  que se desean cubrir. Pero estos sistemas de gestión de seguridad han
  evolucionado hacia el telecontrol y, hoy por hoy, es posible encontrar soluciones
  de monitorización a distancia con inversiones no muy cuantiosas. 
Las soluciones de televídeocontrol se estructuran en cuatro
  elementos: las cámaras, totalmente gestionables desde el equipo de control
  y cada vez con mayor potencia óptica, captan las imágenes y las
  transmiten al segundo elemento del conjunto: el servidor de captura. Este segundo
  módulo captura las imágenes y las comprime en formatos de imagen
  y vídeo digital (JPEG y MPEG), para posteriormente ser guardadas convenientemente
  –si así se estima oportuno, porque existen equipos que sólo
  envían las imágenes sin necesidad de almacenamiento posterior–
  en un disco duro de alta capacidad. Se sobrepasa de esta manera las limitaciones
  de tiempo y calidad de grabación que imponen los métodos de grabación
  magnética tradicionales. 
Una vez almacenadas las imágenes, éstas son transmitidas
  como datos hacia un receptor remoto a través de cualquier tipo de red
  de comunicación. La telefonía básica, ADSL e incluso la
  red telefónica móvil con servicios MMS, son las más utilizadas.
  Sin embargo pueden emplearse con una inversión algo más elevada,
  enlaces por fibra óptica, microondas e incluso satélite.
El último elemento del conjunto lo conforma el equipo receptor.
  Éste se puede componer de un PC y de un router o equipo de adaptación
  a la red de comunicaciones que haya sido elegida, o bien de un teléfono
  móvil con capacidad para recibir stream vídeo. 
Así, con todos estos elementos, los sistemas de alarmas
  y la gestión de seguridad van más allá de la mera comunicación
  de un suceso. Ahora, además, se puede ver desde cualquier ubicación
  independientemente de la lejanía. ¿Un valor añadido sin
  más? No, una posibilidad más del tándem formado por la
  electrónica y las telecomunicaciones. La potencialidad es clara, pero
  convertir lo potencial en real depende del uso, de la aplicación concreta
  y de la necesidad que se desea cubrir.
Una última anotación
 El control remoto a través de cámaras de seguridad
  tal vez no sea la última novedad en este mundo tecnológico. Es
  cierto, ya desde hace algunos años encontramos sistemas de videocámaras
  digitales que empleando el protocolo IP (Internet Protocol), posibilitan la
  visión de imágenes a través de internet. Pero también
  es cierto que si damos una mirada al nivel de aplicación global, nos
  encontramos con la sorpresa de que a pesar de los bajos costes de integración
  de cámaras IP, los sistemas de vigilancia CCTV siguen siendo sistemas
  próximos, es decir, las cámaras se siguen controlando desde centrales
  in situ, cercanas a las instalaciones que se controlan.